miércoles, 17 de septiembre de 2014


LIBERACION Y CURACION

“Al anochecer, le llevaron muchos endemoniados; él, con su palabra, expulsó los espíritus y curó a todos los enfermos para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta Isaías: “El tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades” (Mt.7, 16-17)

Jesús recorría toda Galilea anunciando la venida del Reino de Dios y acompañaba su palabra, expulsando demonios y curando. Si del Evangelio nos quedamos sólo con las enseñanzas de Jesús y prescindimos de las curaciones, no llegaremos a entender nunca la autoridad y la fuerza de la palabra de Jesús. Los hechos liberadores muestran como el poder de Dios ha llegado para liberarnos del poder del pecado y del mal y hacernos participes del amor de su Reino.

De todas formas, yo siempre he comprendido las curaciones físicas como signo de una liberación y curación espiritual cuando el poder de su misericordia nos alcanza. En algunos sitios como en Lourdes y en algunos grupos carismáticos vemos que algunas veces se producen incluso curaciones físicas, verdaderos milagros, pero eso siempre es una llamada a la fe y a la conversión del corazón.

Aquí en África, y en concreto en Benín, vemos como las oraciones que más responden a lo que la gente busca y que atraen más gente, son las oraciones por los enfermos para pedir en nombre de Jesús la liberación de los malos espíritus y la curación de todo tipo de enfermedades. Yo intento hacer ver que la oración por los enfermos no es una alternativa a la medicina que Dios mismo nos da como un medio natural de curarnos. Y que el mismo Espíritu que nos puede curar también nos da la fuerza para llevar nuestras enfermedades uniéndonos a Jesús en su pasión por amor a todos nosotros.

Cuando uno con su mentalidad europea asiste aunque sea solo como espectador a este tipo de oraciones, le cuesta comprender lo que oye y lo que ve. Personas que comienzan a gritar, a temblar, a echarse por los suelos. Predicadores que gritan con fuerza el nombre de Jesús para liberar y curar. Cantos con toda la asamblea en trance de una euforia colectiva animada y estimulada por los que dirigen la oración. El Obispo de aquí, un día que le expresé que había necesidad de mucho discernimiento para no hacer en la Iglesia católica como hacen muchas sectas, él me hizo ver que hay que tocar con nuestra oración las heridas más profundas de la gente, para que sean curadas. Y que la gente necesita espacios donde poder expresarse hasta corporalmente y poder sacar todo lo que llevan dentro. Estas oraciones son vistas como un complemento necesario a nuestras liturgias más ordenadas en las que el pueblo de Dios se mantiene más calmado y con una participación más silenciosa. Habrá que entrar más en la cultura africana y abrirse más a la luz del Espíritu Santo para comprender mejor lo que en estas oraciones ocurre y así poder quedarse con lo que es bueno y verdadero.

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