lunes, 14 de abril de 2014


ADENTRARSE EN LA PASION

 

Vivo la Pasión de Jesús aquí y ahora, no es como otros años, hay algo nuevo. Siento una llamada a adentrarme en el corazón de Cristo, en su amor por estas gentes. Es una pasión de amor. Un amor que brota de las mismas entrañas de Dios por cada persona y de una manera especial por los más pobres, por los que están más excluidos, más abandonados, más perdidos.

Es una llamada a no quedarme en el exterior más o menos exótico y colorido de la cultura africana, es ser valiente para no tener miedo de entrar a compartir lo que vive la gente en su interior, sus alegrías y sus sufrimientos.

En ningún lugar como aquí yo he sentido la alegría de alabar al Señor con este pueblo, de cantar y danzar agradeciendo su amor, lo que El es como Don de Dios, como gracia que nos regala compartir su misma vida. El Domingo de Ramos vivíamos esta alegría del Espíritu que los más sabios y entendidos desde su frío análisis podrían despreciar como cosa de niños y de gente ignorante. Y sin embargo es la alegría de las bienaventuranzas, la alegría de los pobres, de los que en su sufrimiento experimentan el consuelo de Dios, de los misericordiosos…

Los sacerdotes nos pasamos en este tiempo confesando y conociendo así todas las miserias morales y todos los sufrimientos de la gente. Reconoces en los otros tus miserias. El corazón te queda atravesado por tanto dolor pero con la alegría de que Jesús ha convertido todo eso en una ocasión para abrirnos a la pasión de su amor por nosotros que da sentido a la cruz.

Hoy ha sido en Bembereke donde sin cesar viene a confesarse mucha gente de todas las edades. En algún momento en que no vino nadie salí a tomar el aire y ahí estuve un rato con esos niños y una pareja tomando un poco de aire fresco. ¡Que con la Pascua venga ese aire del Espíritu que nos de nueva fuerza para seguir caminando con esperanza!

 

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